Hoy se lanza la versión número 24 de la Feria Internacional del Libro de Bogotá y lástimosamente no hay muchas cosas positivas que decir sobre su página web. Una página montada en Flash no tiene presentación para un evento cultural que necesita universalidad a la hora de mostrar la información pertinente, sin embargo y cayéndose de su peso, toda el resto de la información está montada en HTML y la información de actividades está colocada por fuera de este producto manejando una sobriedad funcional que choca directamente con el portal. Se pregunta uno entonces ¿para que siguen armando proyectos web con semipáginas de inicio e intros animados? Fuera bonita la animación o el intro pero ni siquiera.
La identidad oficial no es que haya mejorado mucho, acostumbrados a la simple combinación de dos colores y la evidente actualización de las versiones, esta identidad no ofrece mayor novedad (tal vez la inclusión de la marca de Ecopetrol que creemos debió haber influído fuertemente para que los colores de esta versión conservaran los suyos propios). Quizá y siendo justos, lo más importante es la iniciativa de usar redes sociales como Facebook y Twitter para promocionar el contenido, sin embargo creo que no es la forma más idónea, manejar la identidad de un evento como si fuera parte o la identidad de Corferias.
En fin, más allá de los constantes y eternos problemas con las identidades de los eventos colombianos es de rescatar un tema relacionado indirectamente con esta Feria. Entra en preocupación de los exponentes de este evento el tema del libro digital, desde hace ya un año trataron de establecer un ambiente legal y de jurisprudencia pero el problema es que hasta que no exista el delito no puede sancionarse una ley o por lo menos esas fueron las excusas de los abogados reunidos para dar su consejo. Hoy en día, el libro digital es un hecho, no sólo no va a acabar con la lectura, en Colombia se leen 3 libros per capita datos ofrecidos por la Cámara del Libro (que no quiere decir que cada colombiano lea esa cantidad de libros sino que el mercado editorial colombiano demanda esa cifra), esto indica un crecimiento en el índice de lectura un 8.9% sino que además de la totalidad de títulos publicados más del 10% son digitales.
En este momento, el problema ya no es si es iPad o Kindle el medio o de si se lanza en digital o impreso, el hecho es que el libro impreso está cediendo el testimonio, así como en algún momento lo cedieron los papiros o téxtiles más primitivos.
Nota personal (más del Profesor Súper O que mía). No se dice “venticuatroaba versión” sino “vigésimo cuarta versión”, la primera forma habla de un quebrado. Si los ordinales son difíciles de nombrar siempre existe la forma fácil de decir “versión número veinticuatro”.
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